Anomalias visuales
Es la dificultad en él o los ojos, que trae como consecuencia la disminución de la visión normal.
Puede ser de origen congénito o de carácter hereditario, adquirida a edades muy tempranas o inmediatamente después del nacimiento. Afectan los órganos del ojo, fundamentalmente aquellos que se encuentran en su eje anteroporsterior, como la córnea, la uvea, el cristalino, la retina, el nervio óptico y la presión intraocular y movilidad ocular.
Los defectos refractivos se clasifican en tres grupos:
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Miopía.
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Hipermetropía.
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Astigmatismo.
Miopía.
La miopía es una disfunción visual que afecta la visión de lejos.
Las personas miopes tienden a entornar los ojos para ver mejor de lejos, se acercan a la televisión, en clase piden sentarse en las primeras filas o copian del cuaderno de un compañero porque no ven la pizarra.
Las causas pueden ser genéticas o ambientales, aunque el porcentaje de miopes por sobreesfuerzo de la visión de cerca a causa de condiciones de trabajo inadecuadas o una dieta desequilibrada.
Para prevenir la miopía es importante cuidar las condiciones ambientales como la luz o la nutrición.
Un tratamiento adecuado incluye unas lentes correctoras de cerca o terapias visuales.
Hipermetropía.
La hipermetropía es una disfunción visual que afecta la visión de cerca.
Cuando nacemos, todos somos hipermétropes. A medida que crecemos, la hipermetropía disminuye hasta alcanzar valores normales alrededor de media dioptría.
La persona que sufre hipermetropía debe forzar continuamente la vista para enfocar los objetos de cerca.
La dificultad para enfocar de cerca puede producir dolores de cabeza, lagrimeo, picor en los ojos, desenfoque después de un rato de esfuerzo.
Astigmatismo
El astigmatismo puede afectar tanto la visión de lejos como la de cerca.
Se debe a una deformación de la cornea, que deja de ser esferoidal y se curva de un lado más que del otro, adquiriendo forma de pelota de rugby.
Cuando nacemos también podemos sufrir astigmatismo aunque el grado varía poco a medida que crecemos.
Otras anomalias visuales.
Vista cansada.
También llamada presbicia. Se origina por un endurecimiento del cristalino que pierde su elasticidad y provoca que el ojo pierda también la capacidad de enfocar a distintas distancias, de modo que la visión de cerca empeora y es más borrosa.
Este trastorno se corrige con unas gafas bifocales o progresivas o con lentes de contacto mulfifocales. Se diagnostica mediante un examen integral de la vista.
Si no se corrige, puede causar mareos, dolor de cabeza, irritación e incluso dolor ocular.
Glaucoma.
Se origina por la acumulación de líquido en el globo ocular que aumenta la presión intraocular. No es doloroso, ni presenta síntomas claros.
Es la segunda causa de ceguera en el mundo. Por eso, es importante detectarlo a tiempo. En España cerca de un millón de personas podrían sufrir glaucoma, aunque la mayoría no lo saben.
Una vez que se detecta, se trata con colirios que disminuyen el líquido o favorecen su expulsión. Si estos tratamientos fallan, puede tratarse también con cirugía láser.
Retinopatía diabética.
Se origina por la alteración de los vasos sanguíneos de la retina. Afecta a personas diabéticas sean insulinodependientes o no.
Es una causa de ceguera y tampoco presenta síntomas. Por eso, se recomienda que las personas diabéticas se sometan a un examen oftalmológico cada año.
Los edemas maculares, o acumulación de líquido procedente de la retina, y la retinopatía diabética proliferativa, o gotas de sangre que dificultan la visión, se intervienen con láser. Si la sangre se concentra en el centro del ojo, o humor vítreo, se practica, bajo anestesia local, una incisión para retirar el humor vítreo y substituirlo por una solución salina. A esta intervención se la denomina vitrectomía.
Cataratas.
Se originan por la pérdida de transparencia del cristalino, y simula un cristal entelado.
Son muy habituales en personas mayores y afectan a más del 50% de la población de entre 65 y 75 años, más del 70% de las personas de más de 75 años.
Si no se corrigen la visión empeora progresivamente.
Existen diversos métodos de intervención. Uno de los más recientes es la facoemulsificación por ultrasonido, que consiste en una pequeña incisión a través de la cual se aspira la catarata y se introduce una lente intraocular para corregir la visión. Después de la cirugía, la catarata no se reproduce, pero la cápsula posterior del cristalino implantada puede volverse opaca en el 50% de las personas y es necesario volver a corregir.
Problemática en la población Mexicana.
Según INEGI en el 2010



